Estas galletas están basadas (más o menos…) en una de las recetas de María Mestayer de Echagüe (conocida también como Marquesa de Parabere, su pseudónimo), autora de Enciclopedia Culinaria. Confitería y Repostería (1930), entre otros libros. De éste título concretamente, el que yo tengo es una sexta edición, de 1947. Sin duda alguna, uno de mis preferidos.
En la receta original, la autora propone realizar unas pastas finísimas, que se hornean a fuego fuerte en apenas 5 minutos y, al enfriarse, se van uniendo de dos en dos (por sus bases), untándolas para ello con miel blanca que sea muy densa. Yo he omitido este acabado, por el simple hecho de que estas galletas, ya de por sí son deliciosas. Les damos un poquito más de grosor (solo un pelín más), un par de minutos más de horno y los resultados son realmente buenos. La textura crujiente, el sabor de la fruta muy intenso y la preparación fácil y poco laboriosa.
Con esta base que os doy, podéis preparar múltiples combinaciones, tan solo variando las frutas (confitadas o secas), así el resultado será siempre diferente. Y si en alguna ocasión queréis probar con el acabado que propone la autora, tal vez os interese reducir un poco la cantidad de azúcar de la masa, teniendo en cuenta que luego les untaremos miel…
INGREDIENTES (Para unas 50 ud. aprox.)
- 250 g de harina (puedes utilizar de uso común)
- 125 g de azúcar
- 125 g de mantequilla
- 5 g de sal
- 4 yemas de huevo
- 125 g de frutas confitadas, picadas en trocitos pequeños y puestas a remojar en una copita de Ron
- Leche, para barnizar antes del horneado
Puedes elegir las frutas confitadas (o deshidratadas) que más te apetezcan, naranjas, orejones de albaricoque, mango, frutos rojos, etc… Combínalas o ve probando diferentes sabores cada vez. En esta ocasión yo elegí arándanos, fresas y uvas pasas.
PREPARACIÓN
- Ponemos la harina sobre la superficie de trabajo en forma circular, abriendo un hueco en el centro, en el cual incorporaremos el resto de los ingredientes. Mezclamos y trabajamos bien con las manos hasta que obtener una pasta fina y compacta. Tardaremos apenas unos minutos. Notaremos que apenas se pega a las manos y su aspecto es liso y uniforme (ver fotografía superior). La tapamos con un cuenco o plato y la dejamos en la nevera unos 30 – 45 minutos. Podríamos dejarla un poco más, no pasaría nada.
- Tras dejarla reposar, vamos a estirar la masa y dar forma a las galletas. Si nos resulta más cómodo o
no tenemos mucho espacio para estirar toda la masa, podemos dividirla en dos trozos. Enharinamos ligeramente la superficie de trabajo y el rodillo y estiramos la masa, según la autora: “hasta dejarla del grueso del canto de un duro”. Yo las prefiero un pelín más gruesas, apenas unos milímetros (ver fotografía). Una vez estirada, cortamos discos de 5 cm de diámetro y los vamos depositando sobre el papel de hornear (o lo que utilices habitualmente). Si al despegar los discos éstos se deforman, se rompen o se estropean los bordes, verás que es muy sencillo volver a darles forma con los dedos, a base de ligeros toquecitos, o incorporando nuevos trocitos de masa y apretando.
- Píntalas con una brocha mojada en leche, introdúcelas en el horno, con calor arriba y abajo, sin aire, precalentado a 200ºC, a una altura media – alta y hornéalas unos 5 – 7 minutos. En cuanto veas que los bordes comienzan a dorarse, sácalas inmediatamente. Al sacarlas, notarás que están blandas: pónlas a enfriar sobre una rejilla, donde se endurecerán y terminarán la cocción.
Archivado en: Bolivia
